lunes, 26 de junio de 2017

Obesidad Emocional

"Una de las causas principales de la ira es estar esperando que algo o alguien se comporte a como nosotros queremos o esperamos. En el fondo, la ira no es sino una especie de egoísmo, por creer que el otro debe de hacer, decir o pensar determinadas cosas. Si constantemente estamos esperando que el otro sea como queremos, entonces nos sentiremos muy inseguros." 1

Recientemente comencé a ir con la nutrióloga, tengo unos cuántos kilos de más que haga lo que haga no logro bajar. Comencé la dieta asignada y en un mes logré bajar 2 kg. Para mi tercera cita ya no hubo cambios significativos. ¿Por qué pasó esto si he seguido el menú al pie de la letra? Bueno, no tanto, pero he tratado de atenerme a él lo más fiel posible.

"Cuéntame más de ti", fue la respuesta de la nutrióloga. Le conté sobre mi trabajo, mi relación con mi familia, lo que hago en mi tiempo libre y mi falta de ejercicio. ¡Ya salió el peine! Y no, no es la falta de ejercicio lo que no me permite bajar de peso, bueno, sí es parcialmente culpable, pero la verdadera razón que hace difícil desprenderme de estos kilitos de más es el estrés. Sí, soy una bola de estrés (literal). Es sencillo decir "tómate las cosas con calma", "no te estreses en el trabajo", "no pasa nada si hoy no sale", etc., etc., etc. Y la verdad es que mi trabajo es muy relajado, mi estrés no va por ahí. Mi estrés es más algo personal.

Como lo menciona el primer párrafo de esta entrada, la mayor parte del día la paso enojada o esperando que alguien haga las cosas como yo quiero y, aunque entiendo la teoría, en la práctica me parece muy complicado dejar que las cosas se hagan como salgan. Siento que la gente debería tener el poder de leerme la mente para saber como es que quiero las cosas. Esta es sólo una parte del problema. La otra parte es que así como le exijo a los demás, me exijo a mi misma. Todo se debe hacer lo mejor posible y tal y como lo tenía planeado, si por alguna razón externa a mí, el plan se modifica, me causa una gran frustración y me encierro en mi mundo de negación, aunque sea por unos momentos. Pienso que no soy resistente al cambio, pero me deben advertir con tiempo (ja ja ja).

No me considero una persona de mentalidad cerrada, pero si de rutinas y horarios estrictos en cuanto a tareas específicas se trata. Por ejemplo, poco me va a importar si estoy de vacaciones y a media mañana aún no tengo plan para el día. Lo mismo para con mis fines de semana. Creo que estoy tan acostumbrada a los horarios que cuando tengo tiempo sin planificación, simplemente no se me ocurre nada por hacer y desperdicio el día sin más. Soy los extremos en la misma persona.

Siguiendo la plática con mi nutrióloga, descubrí que mi aumento de peso comenzó cuando me mudé de ciudad, hace 12 años ya. Un aumento promedio de 2 kg. por año es lo que he estado manejando y ya no me siento cómoda con el peso en el que estoy, por eso decidí hacer algo al respecto. No soy una persona floja pero tampoco soy muy activa que digamos, siempre que me decido a comenzar una nueva rutina de ejercicios pasa algo que corta mis planes de tajo, enfermedades, compromisos, falta de tiempo o de dinero y una gran lista de etcéteras como pretexto.

He estado investigando sobre algo que llaman obesidad emocional, de lo cuál les hablaré en alguna otra entrada.



martes, 28 de marzo de 2017

¿Qué traes conmigo 2017?

          Este nuevo año no ha sido excelente. Todo comenzó el 10 de diciembre del 2016: me chocaron. Aparentemente nada grave, el carro no tenía grandes daños y yo me sentía bien, o eso creí. Al día siguiente desperté con dolores terribles en la mitad de mi cuerpo, aún así me fui a apoyar al equipo de The Street Store pensando que no eran más que las secuelas de mi dolor de cabeza del día anterior. Dos días después pude atenderme, tenía un esguince cervical. Collarín por 15 días, consultas, terapia de rehabilitación. Algo que debería durar de un mes, duró 3 meses, servicio muy lento por parte de la aseguradora (doy gracias a Dios por no haber renunciado a ese derecho cuando la persona que me chocó ofreció pagarme sin involucrar al seguro). Días de no dormir, de no poder estar sentada, ni parada, ni acostada porque todo duele, 20 sesiones de terapias y varios medicamentos después, quedé algo decente, ya puedo dormir bien y moverme más o menos normal. ¡Ya la hice! pensé. Ahora sigue recuperar las fuerzas y el tono muscular.

          Terminé terapia el día de mi cumpleaños, por lo que veía una pequeña lucecita al final del túnel. Ese día la pasé muy bien, me sentí muy querida, mucha gente me acompañó y me hizo muy feliz.

          Casi una semana después de haber terminado la terapia ¡PUM, faringitis! Yo, afónica 2 semanas. Es un virus, dijeron, medicamentos para virus. Tienes la faringe muy lastimada por la tos, ya pasó una semana y aún no te alivias, ¡PUM, inyecciones! las odio con todo mi ser, fueron 4. Otra semana de lenta mejoría, mi garganta ardiendo, ahora sí toma antibióticos, al otro día, mejoría casi instantánea. Aquí estoy 20 días después intentando hablar semi normal, con dolores de oído y de garganta cuando pasa el efecto del medicamento y tos de perro.

          Tengo dos motivaciones para aliviarme: 
1. Toronto en semana santa con la familia (para visitar a mi hermana y otro pequeño secreto pero ese es harina de otro costal). 
2. Mi abuela. ¿Qué por qué mi abuela? Bueno, ese es otro tema con el que el 2017 no me deja en paz. Hace menos de una semana (23 de marzo) le dio a mi abuela un infarto cerebral, este provocó graves daños a su cuerpo, como apoplejía y parálisis en todo su lado derecho. Desde ese día hasta hoy, estuvo en el hospital, la dieron de alta porque el diagnóstico de los doctores no indica nada bueno. "Sólo queda esperar", es lo que todo el mundo dice, y pues aquí estamos... esperando. No sé si esta espera sea peor que la muerte ¡ah, pero que feo se siente! DUELE. Y duele porque sabes lo que va a pasar pero no sabes cuando, hoy, mañana, la semana que viene, el mes que entra ¡no sabemos! Mi abuela es muy fuerte (demostrado ante notario público) es por eso que ha aguantado tanto, y esa misma fuerza nos tiene en ascuas. El motivo de aliviarme: visitarla.  Tengo planeado ir el fin de semana a verla, a despedirme, a abrazarla, a llorarla, no sé... pero debo estar bien porque duele, duele físicamente llorar y toser, llorar con el oído inflamado, platicar hasta quedar ronca, pero también duele adentro, duele en mi pequeño corazón de piedra (siempre pensé que cuando se muriera mi abuela me moriría yo también... todo puede pasar).

          Hasta el momento es como van las cosas, ojalá lo que queda del año mejore y todo lleve una lección que aprender. Pendientes.